Cáritas en el mundo


Historia internacional


En 1897, se fundó en Alemania la primera Cáritas con el nombre “Asociación Caritativa” para la Alemania Católica. Otras organizaciones nacionales de Cáritas se crearon sucesivamente en Suiza (1901), Austria (1903) y Estados Unidos (1910). Los primeros movimientos de Cáritas fueron inspirados en sus orígenes por los padres Paules a finales del siglo XIX, con sus organizaciones dedicadas a las obras de caridad, tanto en Francia como en Alemania.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Cáritas de Alemania Católica tiene una gran presencia testimonial al servir de salvo conducto a la recuperación de los soldados presos, sin distinción de nacionalidades e ideologías, para dar protección a los niños huérfanos de guerra, y servir de correo y contacto con los soldados presos y beligerantes.

La Segunda Guerra Mundial paralizó las actividades. El trabajo se reanudó en 1947, con la aprobación de la Secretaría de Estado vaticana, y la convocatoria de dos conferencias en Lucerna para ayudar a coordinar los esfuerzos y la colaboración. Caritas recibió ulterior apoyo cuando la Secretaría de Estado vaticana le otorgó la representación oficial ante todas las organizaciones de asistencia en el plano internacional, sobre todo las de la ONU, y tiene personalidad jurídica propia, tanto eclesiástica como civil. El Año Santo de 1950 vio el inicio de la unión de organizaciones Caritas. Siguiendo la sugerencia del Mons. Montini, el entonces Secretario de Estado suplente que luego sería el Papa Pablo VI, se celebró en Roma una semana de estudio, con participantes de 22 países, para reflexionar sobre los problemas de trabajo de las Cáritas cristianas. Como resultado, se decidió crear una Conferencia Internacional de Caridad Católica.

Hoy Cáritas Internationalis es una de las más amplias redes humanitarias del mundo, congregando a más de 200 países y tiene su sede en Roma. Distribuye alimentos, material para refugios, agua y medicinas garantizando una respuesta rápida, profesionalidad y coordinación en la programación de la respuesta de emergencia y la preparación para reaccionar ante las catástrofes. Ha afrontado la pandemia del VIH/SIDA o las consecuencias del cambio climático, compartiendo nuestros conocimientos, para ayudar a los marginados a convertirse en protagonistas de su propio desarrollo.

Se ha capacitado a las comunidades en la construcción de paz, reuniendo a pueblos divididos, con el propósito de poner fin a los conflictos de una manera no violenta, promoviendo una humanidad común, a través del diálogo interconfesional. Denunciando injusticias económicas o migraciones, empoderando a las poblaciones y comunidades pobres, incentivando a desafiar las políticas, costumbres o actitudes internacionales que sean injustas. Todo este trabajo se realiza en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia cuyos valores se fundan en acciones orientadas a los más necesitados, siendo ellos los protagonistas de su propio desarrollo e impulsando el respeto por la justicia.

A nivel mundial se tienen más de 165 organizaciones benéficas nacionales colectivas dependientes de sus respectivas Conferencias Episcopales, organizadas en una Confederación a la cabeza de Cáritas Internationalis que prestan sus servicios a los pobres, vulnerables, desposeídos y marginados del mundo e inspiradas en las Sagradas Escrituras, la Doctrina Social de la Iglesia y los documentos de la Iglesia.


Ámbito regional


A nivel regional, las 165 organizaciones benéficas nacionales se organizan en siete regiones que trabajan sobre asuntos de interés común, reforzándose mutuamente y contribuyendo a la acción mundial. Estas regiones son: África, Asia, Europa, América Latina, El Caribe, Medio Oriente, el Norte de África, América del Norte y Oceanía.

La necesidad de crear Cáritas Nacionales se plantea en la I Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) en noviembre de 1956, en la que se autorizó al Secretariado General a fomentar en todos los países la fundación de Cáritas nacionales; asimismo iniciar la coordinación de las Cáritas Nacionales de América Latina en una federación organizada. Es así que luego de empezar a crear las Cáritas Nacionales se fueron consolidando las regionales.

Y es en la III Asamblea Ordinaria del CELAM, celebrada en Roma en 1958, donde se crea formalmente la organización de un espacio de comunión de las Cáritas de América Latina y el Caribe, y se constituye el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC). Los Obispos manifiestan la necesidad de un organismo con personería jurídica que coordine la obra asistencial de la Iglesia, ya sea en el plano diocesano, nacional, regional o internacional.

Asimismo, los Obispos enfatizan en que la institución creada debe ser estrictamente jerárquica y depender de la Conferencia Episcopal de cada país, y estar vinculada al Secretariado de Acción Social del CELAM. De esta manera quedan integradas en un espacio de comunión y participación las 22 Cáritas Nacionales creadas en cada una de las 22 Conferencias Episcopales que integran el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

En 1968 con la Conferencia General del Episcopado en Medellín y gracias al impulso que han dado las Cáritas en la región se crea el concepto de “Pastoral Social” que hace referencia a toda la Dimensión Social de la Evangelización. De aquí que en muchas de las Conferencias Episcopales se empieza a llamar Pastoral Social Cáritas. Con el desarrollo de todas estas dinámicas, van surgiendo las diversas dimensiones de la Pastoral Social Cáritas en América Latina y el Caribe.

La Pastoral Social Cáritas en nuestro continente, desde el contexto de cada país, tiene la misión de animar a la luz del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, el proceso de transformación de la realidad de los pueblos de América, con el protagonismo de los pobres y excluidos, para construir, en armonía con la creación, una sociedad justa, fraterna y solidaria, signo del Reino de Dios.

Como Pastoral Social Cáritas: “Queremos un continente solidario, justo, democrático y pluralista, donde los poderes públicos sean representativos, transparentes, y participativos para que cada hombre y cada mujer vivan de acuerdo a su dignidad, tengan satisfechas sus necesidades básicas y usen sosteniblemente los recursos de la creación para el bien común” (CELAM).

En el III Encuentro Continental de Pastoral Social Cáritas y XVI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Cáritas, realizado en Haití en marzo de 2007, las Cáritas definieron los ejes que encaminan durante este tiempo el trabajo de la región, como respuesta al profundo y comprometido análisis de la realidad. De la misma forma y en el contexto del desarrollo económico, social y político de los países, las Cáritas buscan respuestas a los constantes nuevos desafíos que se van presentando.

El año 2017 la Iglesia en América Latina y El Caribe interpela y propone un nuevo desarrollo humano integral, donde brotaron nuevos desafíos desde la vivencia de la espiritualidad de los mártires salvadoreños y en el marco de los 100 años del natalicio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

En el encuentro se reflexionó sobre el papel de la iglesia en lo social, con el fin de dar aportes significativos que contribuyan al desarrollo de los pueblos, en especial, de los más pobres. El Cardenal Luis Antonio Tagle, presidente de Cáritas Internationalis, expuso la necesidad de revisar la visión acerca del desarrollo humano y propuso una lista de condiciones verdaderamente humanas tales como: la adquisición de aquello necesario para la vida, la eliminación de las enfermedades sociales, la expansión del horizonte del conocimiento, la adquisición de la cultura y una buena educación, la conciencia de la dignidad de otras personas, la orientación del espíritu de la pobreza, un interés activo por el bien común, la voluntad de paz, reconociendo de Dios como autor y fin y, especialmente, la unidad en la caridad de Cristo.

“La Fe en Cristo que ilumina y exige avanzar hacia un desarrollo humano integral y solidario” (Tagle)

Asimismo, se resaltó la idea del desarrollo humano integral en la región con una propuesta de progreso multidimensional y la agenda 2030, con la finalidad de un desarrollo sostenible, destacando que los nuevos retos necesitan una nueva política pública de bienestar social con enfoque de derechos y de visión y de sostenibilidad, concluyendo que el crecimiento económico, por más dinámico, no resolverá los problemas estructurales de la región.

El desafío consiste en revisar el actual escenario de inequidad y brechas que están llevando a aumentar la crisis en muchos países e incidir para lograr una reforma fiscal justa y equitativa que permita cumplir con la meta del desarrollo sostenible y poder generar recursos. En esta labor, se insta a los movimientos sociales a participar en las distintas actividades que tiene la Iglesia para trabajar en conjunto y de forma efectiva.

Nos desarrollamos ante una realidad en la que los sistemas económicos y políticos valoran más el tener que el ser, el beneficio económico más que la vida, las ideologías por encima de las personas, donde el poder domina por encima del servicio liberador, sacrificando a millones de seres humanos y a la obra del creador, la naturaleza, nuestros ecosistemas, las culturas autóctonas y hasta las creencias religiosas que nos identifican como un pueblo.

El desarrollo integral y solidario genera una paz duradera, centrar la atención en la persona humana en todos los procesos de su desarrollo desde un humanismo integral, genera un compromiso para todos y cada uno de los hombres y mujeres, para las sociedades y las naciones y en particular para la Iglesia católica y para las otras Iglesias y comunidades eclesiales. Cáritas asume este compromiso sin miedo y exhorta a los gobiernos, a las empresas, a los políticos, a las instituciones, a las comunidades eclesiales y a todos los discípulos y discípulas misioneras, a trabajar solidariamente por el Bien Común, por un desarrollo integral y solidario; promoviendo la vida, respetando la naturaleza y nuestros ecosistemas como obra del creador.


Zona Bolivariana


En la Región de América Latina y El Caribe se crean cuatro zonas: Centro América y México (CAMEX), el Caribe, Bolivarianos y Cono Sur. De esta manera se establece la base para organizar el SELACC en las cuatro zonas, teniendo cada una un “coordinador zonal”, que unido al coordinador regional y al presidente, formarán lo que conocemos como Comisión Regional de Cáritas de América Latina y el Caribe. En la gestión 2019, Bolivia fue elegida coordinador de la zona bolivariana, por un periodo de cuatro años.

La zona bolivariana es una de las cuatro zonas de la región de América Latina y el Caribe dentro de la Confederación de Cáritas Internationalis y consta de cinco organizaciones miembros que son: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Durante su historia y en los últimos años, los países de la zona bolivariana han compartido realidades muy similares del ámbito político, social, económico y productivo. Actualmente se enfrentan altos índices de violencia, deterioro de la casa común, debilitamiento institucional a raíz de la corrupción, grandes brechas sociales, procesos migratorios significativos, mal uso de los recursos naturales, entre otros; por ello, los países de la zona trabajan para promover la dignidad de los pueblos y sus derechos humanos.


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